HÁBLAME DE DIOS...
Le dije a
Jesús: háblame de Dios.
Y Jesús
recitó el PADRE NUESTRO.
Dije al
almendro: háblame de Dios.
Y el almendro se cubrió de flores.
Dije al
Ruiseñor: háblame de Dios.
Y el
Ruiseñor se puso a cantar.
Dije al sueño: háblame de Dios.
Y el sueño
se convirtió en realidad.
Dije al niño: háblame de Dios.
Y el niño me lo pidió a mí…
Dije al
pobre: háblame de Dios.
Y el pobre me ofreció su casa.
Dije al
amigo: háblame de Dios.
Y el amigo
me enseño a perdonar.
Dije a un soldado: háblame de Dios.
Y el soldado depuso su arma.
Dije a la
naturaleza: háblame de Dios.
Y la naturaleza se revistió de belleza.
Dije a un pequeño: háblame de Dios.
Y el pequeño me sonrió…
Dije al dolor: háblame de Dios.
Y el dolor comenzó a dar gracias.
Dije a la mano: háblame de Dios.
Y la mano se transformó en servicio.
Dije a la fuente: háblame de Dios.
Y el agua
brotó.
Dije a la voz: háblame de Dios.
Y la voz no encontró palabras…
Dije a mi madre: háblame de Dios.
Y mi madre
me besó.
Dije al predicador: háblame de Dios.
Y el predicador me regaló la Biblia.
Dije al sol: háblame de Dios.
Y el sol se escondió sin decirme nada.
Pero al día siguiente, al alba, cuando abrí la ventana,
el sol me sonrió de nuevo.
-De
una poesía oriental -
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