La Iglesia celebra el día de la Vida Consagrada el 2 de febrero. Este año, el lema elegido ha sido una cita de San Pablo a los Colosenses: “Firmes en la fe”. Las personas consagradas hemos recibido un don, una vocación, una llamada especial, para vivir entregadas a Dios y al servicio de la Iglesia y del mundo. Solo desde la fe, se puede entender esta opción de vida. La fe nos arraiga en el sentido de nuestra vida, que hunde sus raíces en un Dios que nos habita, nos llama, nos tiene tatuados/as en la palma de sus manos, y diariamente otea el horizonte para ver si volvemos a Él hambreando su Misericordia.
Dios tiene un sueño para cada persona consagrada. Dios es el Sueño que colma nuestro corazón y llena nuestra vida. Un Sueño desconocido, pero deseoso de ser descubierto.
Decía Antonio Machado:
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí?
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.
La Vida Consagrada es Sueño de Dios. Intento de pasar por la vida al paso de Jesús. Asentar nuestros pies en sus huellas, e ir trazando caminos nuevos en la historia llenos de justicia, de libertad, de dignidad, de fraternidad, de…lo que soñéis que puede ser posible si dejamos que Dios sea Dios en nuestra vida.
GRACIAS,por vuestras vocaciones.Ana
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