domingo, 18 de octubre de 2009

La marea roja vuelve a inundar las calles en defensa del derecho a vivir: más de 1.500.000 manifestantes





La manifestación del 17de octubre de 2009 se convierte con esta cifra en la mayor protesta de nuestra historia contra la imposición de un gobierno abortista.
Más de 700 autobuses, aviones y trenes procedentes de toda España y la adhesión de casi 400 entidades internacionales y nacionales han convertido esta tarde el sí a la vida en un clamor, que ha recorrido las calles de Madrid.
Una cifra récord, 2.000.000, dos millones, según la organización, 1.500.000 personas, según la Comunidad de Madrid, han gritado en defensa del derecho a vivir, tiñendo nuevamente las calles de la capital del rojo por la vida, triplicando la cifra de asistentes a la Marcha por la Vida del pasado mes de marzo.
Mientras el gobierno del aborto intenta desviar la atención, las calles de Madrid han sido esta tarde el mejor termómetro de la voluntad ciudadana frente al exterminio de niños no nacidos.
Se conocía que los sondeos y las encuestas han dado un vuelvo en el último año, decantando a la opinión pública de manera mayoritaria hacia el sí a al vida. Y hoy se ha podido comprobar sobre el terreno, a pie de calle: el millón y medio de defensores del derecho a vivir que han llenado el centro de la capital obligan a gobierno Zapatero y a los abortistas a tomar en consideración la opinión de la mayoría.

1 comentario:

  1. El derecho a la vida se funda en la naturaleza y en la dignidad de la persona humana.
    Es importante que trabajemos en defensa de la vida desde el momento de su concepción. Esta dignidad tiene su origen en Dios creador, se basa en la espiritualidad que es propia del alma, pero se extiende también a su corporeidad, que es uno de sus componentes esenciales. Nadie puede quitarla, más aún, todos la deben respetar en sí y en los demás. Es una dignidad igual en todos.
    El reconocimiento de esta dignidad natural es la base del orden social, como nos recuerda el concilio Vaticano II: «Aunque existen diferencias justas entre los hombres, la igual dignidad de las personas exige que se llegue a una situación de vida más humana y más justa»
    (Gaudium et spes, 29).

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